La compañía japonesa Sony vivió un martes negro tras el anuncio que Microsoft adquirió Activision-Blizzard. El impacto mundial que generó la noticia se vio reflejado en la caída rotunda de sus acciones generando pérdidas por 20 mil millones de dólares.
Es la mayor caída de las acciones de Sony en 14 años, cuando en octubre de 2008 Sony tuvo que reemplazar las baterías de 100 mil laptops debido a un defecto de fabricación que las volvía particularmente propensas a incendiarse. Esta caída en su valor comercial fue registrado tanto por The Financial Times como por Bloomberg.
Caso contrario fue lo que ocurrió con Square Enix, Capcom y Konami, que al mismo tiempo que Sony caía, el valor de estas compañías aumentó un promedio de 5%.
El temor de los inversores está infundado en que los títulos de Activision (principalmente) se vuelvan exclusivos de Xbox. Cuando Microsoft compró Bethesda, por ejemplo, se aseguró que los títulos del estudio no serían exclusivos de la consola X. Y se cumplió: los títulos anteriores no lo son, pero todo lo que Bethesda genere a futuro sí será exclusivo de Xbox. Y seguramente ocurrirá lo mismo con Activision-Blizzard.
El gigante japonés tiene dos opciones para contraatacar y recuperar valor. En principio darle a Microsoft su propia medicina al instaurar un sistema de gaming similar al Game Pass (¿PlayStation Spartacus?), que le permita a sus gamers acceder a un catálogo mucho más amplio que el insípido PlayStation Plus y PlayStation Now, y activar la retrocompatibilidad con sus juegos clásicos de los PS 1, 2 y 3.
Desde 1986 despuntando el vicio por los fichines. Playland, Sacoa y Fascination fueron mi Jardín de Infantes; la Primaria la hice con el Dinacom y el Family Game; la Secundaria se dividió entre Sega Megadrive y PC. Hoy, la PlayStation 4 es mi mujer y Xbox One, mi amante. Un fundamentalista de los esports.
