Reseña: Cuphead llegó a su versión definitiva con Nintendo Switch

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La mayoría de los juegos más populares se realizan actualmente en grandes estudios y con poderosos motores gráficos para que sean lo más realistas posible. Sin embargo, fuera de esa categoría, hay cosas muy interesantes: ¿un videojuego dibujado a mano con fondos de acuarela al estilo Disney en 1930 y música de jazz? Eso es Cuphead, que ya conocemos desde fines de 2017, pero que ahora llegó a Nintendo Switch en la que puede considerarse (casi) su mejor versión.

Técnicamente Cuphead es un Run and gun, un subgénero del shoot ‘em up en el cual hay que ir desplazándose a pie, saltando y disparando. Y mucho. Pero lo que más destaca es el espectacular trabajo artístico que los hermanos canadienses Chad y Jared Moldenhauer hicieron a la hora de recrear a dos personajes con cabezas de tazas que se mueven en un lisérgico mundo de enemigos de todo tipo: hortalizas gigantes, anfibios boxeadores, panchos asesinos y “cosas” que ni siquiera se sabe bien qué son.

Una advertencia: el juego es difícil a niveles exasperantes. Como cuando de chicos queríamos destrozar el control contra la TV. Ganador de tres premios en 2017, incluido el de mejor juego independiente, tiene un contenido artístico destacable: también ganó un premio Bafta en categoría mejor música de videojuegos.

Acá, lo mejor, lo que tendría que mejorar y el veredicto final de esta joya que ahora se puede jugar de manera portátil.

Historia y contenido

Cuphead y Mugman son dos hermanos con, bueno, cabezas de tazas. Ellos vivían con su abuelo, The Elder Kettle hasta que fueron al casino del diablo de un rey de los dados (King Dice). Les empieza a ir tan bien que llegan a recibir una tentadora oferta: si ganan la última apuesta, se convertirán en dueños del casino. Caso contrario, perderían sus almas.

Por supuesto, Cuphead se la juega, cegado por su ambición, acepta y pierde. Suplicando por sus almas de taza, se embarcan en una aventura para recuperarlas, a partir de un trato con el diablo: si consiguen las almas de los que escaparon de él, pueden ser libres. De ahí el subtítulo del juego, “Don’t deal with the devil” (no hagas tratos con el diablo).

La trama no es mucho más que eso, que deposita a los personajes en un mundo lleno de enemigos tremendamente coloridos, luminosos, molestos y también algo simpáticos. 

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

Pero lo interesante es que se aparta de la clásica línea argumental de “Damisela en apuros” para seguir un camino más oscuro de hacer un trato con el diablo para activar los engranajes del juego, lo que lo acerca más a las tramas de los dibujos animados de los años 30.

Las influencias del juego, reconocidas por Studio MDHR -la desarrolladora-, son Gunstar Heroes (Seven Force!), Contra III, Super Mario World y The Thunderforce series.

Cuphead incluye también un modo cooperativo para dos jugadores.

Música y dibujos: una obra de arte

Las técnicas de animación que se usaron para hacer el juego son muy similares a las de los años 30: los hermanos Moldenhauer trabajaron con acuarelas y luego recién colorearon los trabajos en Photoshop. Esta marca registrada lo hace, desde el vamos, un juego distinto.

Cuphead: los dibujos originales

Cuphead: los dibujos originales

Así, la parte artística de Cuphead es el fuerte del juego: navegar los niveles (muriendo una y otra vez) es toda una aventura en sí misma. La principal influencia del juego es una animación japonesa de 1936 llamada Evil Mickey Attacks Japan:

El juego corre a 60 cuadros por segundo (FPS), pero las animaciones, a propósito, corren a 24 (el estándar de una película).

La música es todo un apartado: para grabarla el estudio contrató a un especialista en jazz que compuso 51 temas con una big band. Los temas terminan pegados en la cabeza por un buen rato, y son creaciones compositivas que van de la mano con el estilo de las animaciones.

El estudio contrató a Kristofer Maddigan, un músico de jazz de Ontario, para el proyecto. Son, en total, 2 horas y media de música original grabadas old school.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

Modos y mecáncia de juego 

 

Cuphead tiene un nivel de dificultad altísimo. La dinámica del juego obliga a morir una y otra vez hasta aprender correctamente el comportamiento de los enemigos para poder predecirlos y, eventualmente, vencerlos.

El juego se divide en dos tipo de niveles: los jefes por un lado, y los niveles Run and gun por el otro. Estos últimos son parecidos al Contra o al Metal Slug. Los jefes, a diferencia de esos juegos, pueden encontrarse en cualquier momento del juego, no al final de un nivel.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

La clave de los jefes es aprender los parámetros de sus movimientos para poder esquivarlos. Y hay que tener en cuenta que si bien tienen un modo fácil y uno regular, para ganar el juego hay que derrotarlos en el modo regular. Se puede practicar el modo más fácil, pero la verdad es que no tiene sentido perder el tiempo.

Se puede jugar en modo single player o de a dos, y tiene modos de juegos ocultos, como uno que es completamente en blanco y negro para emular con más fidelidad las caricaturas de los años 30.

El modo de 2 jugadores es muy divertido, puede ser un poco confuso por momentos, pero realmente se puede trabajar de manera cooperativa. Hasta podemos revivir a nuestro compañero con un salto cuando nos matan.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

La mecánica general del juego es ir eliminando enemigos a través de una serie de movimientos básicos: salto, un dash (un rápido deslizamiento), el tiro (que se puede ir modificando a medida que avanzamos en el juego), el salto y una barra especial medida en cartas que se va llenando para hacer tiros especiales. Una mano de 5 cartas permite realizar un tiro súper especial.

La barra de cartas se la llenando a medida que disparamos, pero saltar sobre cualquier objeto rosa de la pantalla la llena muchísimo más rápido. Hay una cantidad de niveles en los que se maneja un avión.

La dificultad de Cuphead está puesta en función del gameplay: los niveles son cortos, pero muy complicados. De hecho, hay más jefes que niveles: un 75% del juego son jefes, 25% niveles de plataformas clásicos.

Que sea tan difícil puede llegar a ser un problema, es cierto. El primer nivel nos llevó un buen rato poder pasarlo, y esto porque los enemigos nos pueden “tocar” sólo dos veces: a la tercera, perdemos.

Jugabilidad en Switch: gran acierto apenas afectado

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

Cuphead parece haber nacido para Switch: divertido, colorido, con opción de dos jugadores y listo para practicar en cualquier lado.

Uno de los puntos negativos es algo muy recurrente en Nintendo Switch: la falta de pad direccional (o D-Pad), la clásica cruceta para mover a los personajes en juegos 2D, hace que los controles no sean tan precisos.

Si se quiere tener la mejor experiencia, es mejor usar -como en muchos casos- el Pro Controller, que sí tiene pad direccional. Pero es cierto que lo mejor de Cuphead en Switch es la portabilidad, que termina reducida a usar el stick analógico. 

Esto es un punto en contra fuerte porque efectivamente se pierde precisión, en un juego en el que el margen de error a veces es milimétrico y puede dar mucha bronca perder por un lo que muchos ven como un error en el diseño de la consola híbrida de Nintendo.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

La configuración estándar de botones es un poco extraña: el botón de dash está arriba (X) y para tocarlo hay que hacer una especie de “garra” extraña con el dedo. Por suerte esto se puede mapear a otro botón (sugerimos el ZR o ZL, que son los que más cómodos quedan).

Pero lo cierto es que la portabilidad en Switch le agrega una nota muy especial: se ve y se siente espectacular. Para un juego adictivo, poder llevarlo a cualquier lado no es un detalle menor. Y poder jugarlo en esa calidad y con controles físicos, depositan a Cuphead en Switch en su versión (casi perfecta). Lo sería del todo si los controles tuviesen D-Pad.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

Veredicto

Cuphead es un juego logrado a la perfección: desafiante, visualmente hermoso y divertido. Entre niveles clásicos de Run and gun y enemigos, las mecánicas demandan muchísima práctica y aprendizaje a medida que se va avanzando en los niveles.

Una particularidad: Cuphead entró al libro de los Récord Guinness por la cantidad de batallas finales contra jefes (boss battles), con 30, sobrepasando la marca anterior que era de 25.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

La jugabilidad es totalmente adictiva: dan ganas de jugar hasta pasar los obstáculos y superar la dificultad para poder avanzar al próximo reto.

Los personajes son muy interesantes y a medida que se desenvuelve la historia, se hacen querer. Los enemigos se hacen odiar. Con mucha fuerza.

La versión de Switch probablemente sea la definitiva del juego: preparada para jugar en cualquier lado, y lista para compartirla con otra persona por la facilidad con la que se pueden separar los controles de la consola. También incluye el DLC del pasado 18 de abril, gratuito en todas las plataformas.

Cuphead se convertirá, seguramente, en un clásico. Y con Switch alcanza un nivel más en cuanto a jugabilidad que sólo se ve afectado por la falta de pad direccional en el modo portable.

"Cuphead: Don't deal with the Devil". (MDHR Studios)

“Cuphead: Don’t deal with the Devil”. (MDHR Studios)

About author

Juan Brodersen

De buenas historias vivimos, y nunca habrá como la de Nintendo. [Periodista. Editor en Clarín, redactor en Revista Brando y The Bubble] [Graduado de Filosofía (UBA - FFyL). Mag. Historia (UTDT)]